La fotografía como afición y otras artes visuales

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En Berlín, Weimar y Brunswick - Pentax MX + Ilford XP2 Super 400

De alguna forma, lo que tengo que contar hoy aquí no es una novedad. En los últimos años ya me he llevado cámaras para película tradicional en viajes, generalmente con película en blanco y negro. Y este es el segundo viaje que hago en el plazo de un año en el que la cámara principal es la cámara para película tradicional y no la cámara digital, que en esta ocasión, la Fujifilm XF10, ha sido la cámara de apoyo.

Después de la satisfactoria experiencia de hace un año en el lago Constanza y el Rin, parecería que repetir el equipo era lo más lógico. La Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH es capaz de ofrecer unas fotografías excelentes, sólo limitadas por la capacidad del fotógrafo. Un equipo discreto, con una óptica de muy alta calidad, con la rapidez que ofrece el enfoque por telémetro de coincidencia, o con la posibilidad de enfocar por zonas, gracias al campo de visión moderadamente angular de un 35 mm. Pero la Leica M2 tiene un pequeño contratiempo. No lleva un fotómetro incorporado. En el tipo de viaje que hice el año pasado, la cuestión no es especialmente importante. Con la mayor parte de las fotos en exteriores, y con una luz natural muy estable. Es muy fácil tirar de la regla "soleado f/16", que nos dice que si una película tiene una sensibilidad ISO ###, en exteriores con sol abundante en la espalda del fotógrafo la exposición correcta será un diafragma f/16 y una velocidad de obturación de 1/### segundos. A partir de ahí es fácil estimar otras situaciones de iluminación al aire libre. El sol lateral o  velado o cuando empieza a caer sobre el horizonte al atardecer, aumentamos un paso la exposición según la regla base. Si se nos nubla, aumentamos dos pasos. En la sombra con sol despejado o si llueve, aumentamos tres pasos. En calles en sombra muy estrechas, aumentamos cuatro pasos... Y otras situaciones que vas aprendiendo con el tiempo.

Pero en Berlín, en un entorno urbano diverso, con luces más cambiantes, con interiores o semiinteriores bien iluminados pero en los que es más difícil establecer la equivalencia, que la cámara lleve un fotómetro incorporado y fiable es importante. También es importante que tenga un tamaño contenido, como la M2. La Pentax MX reúne estas condiciones. Es un poquito más grande, por culpa del relieve del pentaprisma sobre la parte superior de la cámara. Hablando de objetivos, el SMC-M 28/3,5 y el SMC-A 50/2 que me llevé, son más grandes que los objetivos de Leica. Pero son bastante contenidos de dimensiones. Y desde luego no tienen el prestigio de la calidad óptica del Summicron mencionado, ni de lejos, pero eso no quiere decir que sean malos objetivos. En absoluto. A diafragmas entre f/4 y f/11 dan una calidad asumible por cualquiera, y son usables a plena apertura. El equipo me quedaba los suficientemente contenido en volumen y peso, que hasta me animé a echar en la mochila el SMC-A 100/4 Macro. Aunque lo he usado poco.

Como material sensible, lo que me suelo llevar a los viajes últimamente es la Ilford XP2 Super 400, que con su revelado cromogénico, me ofrece bastante nitidez y un grano contenido. Especialmente porque la expongo a un índice de exposición de 200 cuando hay luz suficiente. Y sólo subo a IE 400, la sensibilidad nominal de la película, o a IE 800, el límite recomendado de subexposición, cuando no queda más remedio por las circunstancias de la luz. En esas condiciones, el grano aumenta, pero siguen siendo fotografías aprovechables. Hasta tal punto me merece confianza el equipo, que solicité de Carmencita Film Lab el revelado con escaneado XXL, que me proporciona ficheros digitales con una resolución espacial próxima a los 40 megapíxeles, por si alguna de las fotos me apetece ampliarlas a buen tamaño. Si ningún problema para una ampliación a 70 x 50 cm, no con las fotos tomadas en situaciones más precarias, pero sí en las realizadas con buena luz y buena nitidez. Incluso, teniendo en cuenta que las grandes ampliaciones se contemplan a distancias mayores, he comprobado que se podría llegar al 90 x 60 cm sin ningún problemas. Es un mito lo de que necesariamente hay que imprimir a 300 o 360 píxeles por pulgada, y 200 píxeles por pulgada o 80 píxeles por centímetro pueden ser aceptables cuando se gestiona bien el archivo y la impresión.

También me llevé un par de filtros Heliopan, un Yellow 8 y un Red 25, para mejorar el contraste. El filtro amarillo lo usé casi con carácter general, desapareciendo del frontal del objetivo sólo cuando la luz se hacía escasa y todos los fotones eran bienvenidos. El filtro rojo lo reservé para tomas en exterior en los que encontré especialmente importante destacar las nubes del cielo azul, o donde quise mejorar la separación de los tonos de color, que hubieran tendido al gris uniforme sin el filtro. No me llevé filtros el año pasado, y lo lamenté en varias ocasiones.

En general estoy satisfecho. Aunque en general acabas obteniendo unas fotografías bastante contrastadas. Gracias a la sobreexposición de un paso en la mayor parte de las fotos, por el IE 200, muy luminosas. Pero me estoy planteando introducir modificaciones en un futuro cercano. En menos de cuatro semanas estaré de viaje a Japón, donde me llevaré un cámara para película tradicional como cámara secundaria. Probablemente la Minox 35 GT-E, que es muy compacta y capaz. Aunque es posible que me lleve un stock de película Ilford HP5 Plus en lugar de la XP2 Super 400, para conseguir un contraste menor y mayor riqueza tonal. Probablemente, si intuyo que las fotos van a merecer la pena, también confiaré el revelado y, sobretodo, el escaneado a un servicio comercial. A mí no me quedan mal. Pero las fotos son demasiado preciosas como para arriesgarme a un desliz en mis métodos caseros. Pero de todo eso ya os contaré dentro de un tiempo.

Un nueva mesa de luz, un carrete de HP5 Plus y la Pentax MX

Primero. Es un hecho que cuando vuelvo de un viaje, especialmente si es un viaje visualmente muy intenso y estimulante, durante una semanas permanezco en una especie de parálisis fotográfica. No veo nada, fotográficamente hablando. No se me ocurre nada. Es como si mi cerebro hubiese alcanzado un estado de saturación visual. Así que el fin de semana pasado cargué un par de carretes en sendas cámaras, uno de blanco y negro en la Pentax MX y otro de color en la Canon EOS 650 y me obligué a salir con ellas al mundo. Bueno. De momento con la MX... la otra todavía no se ha movido de casa.

Segundo. Durante la charla que el fotógrafo catalán Martí Llorens, especializado en procesos antiguos, casi podríamos decir arcaicos, nos ofreció en el Museo Pablo Gargallo en el marco de las actividades que han rodeado la exposición "Zaragoza en línea recta", conocí unas mesas de luz que usan los dibujantes para reproducir dibujos o diseños, iluminadas por LEDs. Ligeras, muy planas, ofrecían una iluminación muy uniforme. Inmediatamente me di cuenta de que necesitaba una para evaluar con tranquilidad y bien mis negativos. Pero no la encargué de inmediato. Quise enterarme de las posibilidades para usarla como fuente de iluminación en la digitalización de negativos con la Panasonic Lumix G9 calzada con el Panasonic Leica Macro-Elmarit 45/2,8 ASPH. Y vi que era factible, e incluso más conveniente, más cómoda y eficiente, que mi opción actual utilizando el iPad.

Por lo tanto, una semana después, expuesto el carrete de blanco y negro, las fotografías que os muestro aquí son las primeras digitalizadas con la mesa de luz.

Primero las circunstancias de la toma. Como he dicho, escogí la Pentax MX para cargar un carrete de Ilford HP5 Plus 400, que he expuesto a su sensibilidad nominal. Dentro de un mes nos vamos a Berlín, y estoy pensando en hacer como el año pasado en el lago de Constanza. Llevar como cámara principal una cámara para película tradicional con unos cuantos carretes en blanco y negro. Tengo ya muchas fotos digitales de la capital alemana. El año pasado me llevé la Leica M2 con el Summicron 35/2 ASPH. Una opción de enorme calidad óptica. Este año, por la conveniencia de llevar un fotómetro incorporado en la cámara, estoy pensando en la MX, con dos objetivos; el SMC-M 28/3,5 y el SMC-A 50/2. Un equipo compacto y versátil. Todavía no he tomado una decisión, pero me estoy "entrenando" un poco con este último equipo, por si acaso. Con dos filtros Heliopan, un nº 25 rojo y un nº 8 amarillo.

El Ilford HP5 Plus 400 lo he expuesto a su sensibilidad nominal. También he usado eventualmente un Ricoh XR Rikenon 135/2,8, aunque este no entra en mis planes de viaje. Elimina en parte la idea de equipo compacto, aunque aumenta la versatilidad del mismo. Para los objetivos de 28 y 50 mm, ambos con un diámetro de filtro de 49 mm, he usado los objetivos Heliopan. Ya digo que van muy bien, aunque hay que tener cuidado con el filtro nº 25 rojo. Así como el nº 8 amarillo puede funcionar como polivalente, mejorando el contraste en una diversidad de situaciones, el objetivo rojo hay que reservarlo exclusivamente a las situaciones donde obtengamos una ventaja clara. En alguna ocasión, en lugar de mejorar el contraste, por usarlo en situaciones no adecuadas por los tonos de la escena, he obtenido unos tonos más planos de lo que pensaba.

He revelado la película de una forma muy convencional, con revelador Kodak HC-110 dilución B (1+31), durante 5 minutos a 20 ºC. Los tiempos generalmente recomendados para esta combinación. Sin problemas. El Kodak HC-110 se lleva muy bien con estas emulsiones clásicas, y la HP5 Plus es muy cómoda de procesar. Hay mucho margen para error, aunque he intentado ser lo más riguroso posible durante todo el procedimiento.

La novedad venía del uso de la caja de luz Huion L4S, en el que la superficie luminosa encaja sin problemas una hoja de tamaño DIN-A4. La superficie activa es superior a este tamaño. La caja de luz funciona conectando a la red o a un puerto USB activo de un ordenar, y tiene una batería que una vez cargada permite su uso durante 2 a 5 horas, nos dicen las especificaciones técnicas. La luz se reparte muy uniformemente, me aseguré de ello buscando referencias, para evitar "puntos calientes" a la hora de usarla como fuente de luz para digitalizar los negativos. Como no tiene píxeles que molesten, como es el caso del iPad, se puede reposar el portanegativos directamente sobre la superficie de la mesa de luz, lo cual es más cómodo. Y con una mayor superficie luminosa, es mucho más cómoda su utilización, lo que da más rápidez y precisión a la operación. Ayer, ajustando cuidadosamente el negativo con el objetivo macro, y usando el modo de alta resolución del  Panasonic Lumix G9, obtuve ficheros aprovechables de 70 megapíxeles. En torno a 10250 pixeles x 6840 píxeles, que da 70,11 megapíxeles. Impresionante. Muchíiiiiisimo mejor que con un escáner de sobremesa.

Los principales "miedos" como se han encargado de recordarme en algún grupo de fotografía analógica en Facebook vienen derivados de la consistencia de la luz y del color suministrados por los LED de la caja de luz. Como ya he dicho, me aseguré previamente que las revisiones de la misma hablasen de la uniformidad de la difusión de la luz, y efectivamente no he tenido problemas de irregularidades en la misma ni de puntos calientes. En cuanto a la calidad del color, hice una prueba con un par de negativos de Kodak Portra 400... pero soy incapaz de decir si afecta mucho, poco o nada... porque bastante complicado es atinar con la corrección del color tras neutralizar la máscara naranja de los negativos en color e invertir la imagen. Lo normal es que siga llevando los negativos en color a un laboratorio comercial fiable, donde tienen equipos calibrados para los distintos tipos de película, y reserve mi proceso de digitalización de negativos para el blanco y negro, que es lo que yo proceso integramente en casa. Así que tampoco me supone mayor problema.

Por terminar el comentario, decir que los archivos RAW de 80 megapíxeles que obtengo por el modo de alta resolución de la Panasonic Lumix G9 los recorto a las dimensiones del negativo y hago un primer ajuste de tono y contraste con el negativo todavía tal y como sale de la cámara en Adobe Lightroom. Luego convierto a TIFF 16 bits que sigo procesando en Affinity Photo, donde invierto para obtener el positivo, elimino impurezas si las hay (polvo y esas cosas), y realizo algún ajuste extra de tono y contraste. Sin pasarme, para evitar que el grano de la película se haga  excesivamente evidente. Cuando lo cierro, conservando las capas del TIFF para un futuro, desde Lightroom obtengo ya la copia para el uso que le quiera dar. Subir a InstagramFacebookTwitter o Tumblr, o mostrarlo en mi Cuaderno de ruta o en este blog técnico sobre fotografía y otras artes visuales. U obtener un fichero adecuado para una copia en papel o para integrarlo en un libro de fotografías.

Pentax MX + Fujichrome Provia 100F en la desembocadura del río Gállego

Cuando decidí probar la nueva diapositiva de Kodak a finales del año pasado, compre también algunos carretes de Fujichrome Provia 100F. La película inversible en color puede dar unos resultados magníficos, pero tiene una muy limitada latitud de exposición, por lo que una correcta medición y análisis de las condiciones de luz son fundamentales para obtener un buen resultado. No siempre disponemos de cámaras sofisticadas, con mediciones puntuales que nos pueden servir para medir el contraste de la escena y los valores correctos finales de apertura y velocidad de obturación, o un fotómetro externo que nos permita lo mismo. Durante muchos años, los fotómetros incorporados en las cámaras réflex se limitaban a hacer mediciones promediadas de la luminosidad global de la escena, en muchas ocasiones con una ponderación al centro, que contaba más que la periferia del cuadro a la hora de proponer una medida de luz. Pero el fotógrafo tenía que poner de su parte a la hora de decidir la exposición correcta, evaluando si el motivo de la escena era fundamentalmente claro u oscuro, no es lo mismo medir un paisaje nevado que una locomotora de vapor de color negro, así como el contraste de la global, antes de tomar la decisión sobre los parámetros finales de la escena.

Recientemente, hice varios paseos por la desembocadura del río Gállego, uno de los principales afluentes del río Ebro por su margen izquierda, de los que nacen en los Pirineos. Dicha desembocadura se encontraba cuando era niño a poca distancia de las afueras de Zaragoza. Hoy en día, prácticamente la ciudad ya ha llegado hasta ella, aunque no la ha englobado y tiene un paisaje con un interés razonable. Entre el azud del río Ebro, y el puente sobre el Gállego en el barrio de Santa Isabel, en la avenida de Cataluña, es un paseo muy agradable, especialmente cuando la primavera se nos adelanta, y las tarde del mes de febrero son templadas e invitan a la actividad en exteriores.

Para uno de estos paseos opté por llevar conmigo un par de cámaras para película tradicional; la Pentax MX con un SMC-M 28/3,5 y el SMC-A 100/4 Macro, y la Leica Minilux. En la primer cargué, la película diapositiva, la Fujichrome Provia 100F, mientras que en la compacta de la marca alemana, aunque fabricada en Japón, cargué un carrete de Fujifilm Neopan 100 Acros, del que hablaré otro día. A pesar de ser una cámara que tiene al menos cuarenta años, el fotómetro de la Pentax MX es muy fiable. Tiene una medida promediada ponderada al centro, en la que el círculo central pesa el 75 % y el campo periférico un 25 % a la hora de proponer la medición correcta. Siendo las últimas horas de luz de la tarde durante el paseo, hubo situaciones en las que el contraste entre la luminosidad del suelo y la del cielo era acusada. Y lo cierto es que la sensibilidad nominal de la película, ISO 100, hubo algún momento que se me quedó escasa. No llevaba trípode.

El revelado y digitalizado de las fotografía lo encargué a Carmencita Film Lab, que me informaron a la vuelta del resultado que en general las diapositivas estaban bien expuestas, con una cierta tendencia a la subexposición, esto ha sido una constante en mi vida como aficionado a la fotografía, que sólo resulta molesta en alguna escena muy contrastada con sombras muy profundas, y que ocupan mucho espacio en la imagen.

También realicé algunas tomas al día siguiente, en el que el grupo de fotógrafos estenopeicos de la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza AFZ nos juntábamos para realizar unas fotos de grupo con vistas a la exposición que inauguraremos, si todo va bien, el próximo 9 de mayo, en la sala de exposiciones de la Casa de los Morlanes, perteneciente al Ayuntamiento de Zaragoza. Quedaron muy bien.

Siempre me gustaron más los colores que ofrecían las películas de Fujifilm que las de Kodak, y de momento nada me ha hecho cambiar de opinión. Es una pena que la marca japonesa esté maltratando a los aficionados y profesionales que trabajan con película tradicional, eliminando productos de su catálogo o incrementando constantemente los precios, en una estrategia que parece destinada a justificar, en un plazo no demasiado largo, su salida del negocio. Sólo le interesa lo digital, y las rentables Instax. Que estarían muy bien, si fabricasen cámaras decentes para las mismas. No lo son, las actuales en catálogo.

Paseos ciudadanos con Kodak Gold 200

He de confesar que me desconciertan las gamas de películas negativas en color de las principales marcas que todavía fabrican este tipo de producto. Especialmente, cuando encuentras una serie de películas en la sensibilidad ISO 200, teóricamente de gama baja o normalita, de precios económicos, y que reciben una multiplicidad de denominaciones. En un momento dado, desconozco cuáles son las diferencias entre ellas, o si incluso son las mismas películas con distintas denominaciones y envasados.

Así, encontramos que Kodak tiene dos películas negativas de este tipo, la ColorPlus 200, que ya he utilizado en alguna ocasión y la Gold 200. Parece que son dos emulsiones distintas, en la que la segunda, la Gold 200 tendría un grano más fino y algo más de saturación, y es más cara. Pero no faltan las opiniones de quienes han observado que la Gold 200 es más fácil de encontrar en América y la ColorPlus 200 en Europa y otros continentes, por lo que podría ser una segmentación de la marca por mercados geográficos. Yo he probado los dos, quizá la Gold 200 que es la que he usado en esta ocasión sea más saturada, pero no tengo clara que tenga más calidad intrínseca. O incluso que ese gran más fino lo sea a un nivel significativo.

También Fujifilm parecía tener una duplicidad similar con su C200 y su Superia 200, pero esta última aparentemente ha desaparecido del mercado y los catálogos. Pero aquí lo podemos liar todo de nuevo si consideramos que parece demostrado que la C200 se comercializaba también como Agfaphoto Vista 200,... aunque esta variante también parece que ha desaparecido del mercado.

No me extenderé mucho. Hace unos pocos meses, tuve la oportunidad de comprar unas cuantas Kodak Gold 200 a buen precio y las voy usando en mis paseos por la ciudad. A final de año, cargué un carrete de esta película en la Pentax MX, que me ha acompañado en distintas situaciones en las primeras semanas del año. En artículos previos sobre la FP4Party, he hablado de fotografía en distintos lugares, donde también me acompañó la MX con la Gold 200. Bien en las actuaciones musicales de Las Armas, o bien paseando por la rivera del Canal Imperial de Aragón a su paso por Zaragoza.

Siempre se ha dicho que las películas Kodak en color están sesgada hacia los colores cálidos, especialmente el amarillo, mientras que las Fujifilm lo hacen hacia los colores fríos. El revelado realizado por Revelatum Revelado Analógico, de bastante buena calidad en su nitidez y limpieza, sí que peca de un exceso de amarillo, que no sé si atribuir a las características de la película o a las preferencias del operador. En cualquier caso, en alguna de las fotos que aquí os presento he tratado de corregirlo algo, pero todavía se pone de manifiesto.

Resumiendo, una película razonable, aunque siempre me ha parecido que la sensibilidad ISO 200 está ahí en medio, en tierra de nadie entre los 100 y los 400. Si buscas más calidad, y unos tonos más matizados, para trabajos con más exigencia, yo optaría por las películas de ISO 160 que tanto Fujifilm como Kodak tienen en catálogo, la Fujicolor Pro 160NS, que puede que esté fuera de catálogo ya, o la excelente Kodak Portra 160. También se puede optar por usar las películas profesionales de ambas marcas de ISO 400, con una sobreexposición de un paso, algo que hacen muchos fotógrafos, y que mejora el grano de las mismas, la Fujicolor Pro 400H o la Kodak Portra 400.

Aproximándonos a las flores (2) - Las flores de Gardeniers en el taller de AFZ

A principio de semana comencé esta miniserie de dos artículos dedicada a la fotografía de aproximación de flores con película tradicional en blanco y negro. Algo más difícil de lo que parece. Especialmente, por la capacidad que hay que tener para prever los resultados. Más difícil que en escenas callejeras, retratos o incluso paisajes. Desde mi punto de vista.

También os conté hace unas semanas la experiencia del taller de macrofotografía organizado por la Asociación de Fotógrafos de Zaragoza (AFZ) (Facebook), impartido por Pedro Javier Pascual. Ya entonces comentaba que además de mi habitual equipo macro Pentax digital, me llevé también una cámara de película tradicional. De esto quiero hablar en esta ocasión. Aunque recordaremos primero algunas de las fotografías tomadas con la cámara digital, para contrastar con lo obtenido con la película argéntica en blanco y negro.

La cámara que me llevé con película tradicional fue la Pentax MX, cargada con un carrete de Ilford XP2 Plus, expuesta a índices de exposición de entre 200 y 400, siendo este último su sensibilidad nominal en valores ISO. Os recuerdo que la cámara Pentax MX es una pequeña réflex totalmente mecánica, las pilas sólo alimentan su fotómetro a través del objetivo, que vio la luz a mediados de los años 70 y que es una delicia de usar.

Por supuesto, la utilicé con el Pentax SMC-A 100/4 Macro que también usé con la Pentax digital. Son totalmente compatibles. Aunque esta cámara por su naturaleza no admite modos de exposición automáticos. Tienes que ajustar tu mismo los valores de apertura y velocidad de obturación.

La cuestión es que si estás acostumbrado a trabajar el macro con digital, la experiencia no tiene nada que ver. En digital, te acercas al sujeto, compones y... si tienes un trípode y el sujeto está quieto, puedes hacer una par o tres de fotos para asegurar la cosa y ya está. Si no tienes trípode, harás más, para intentar asegurar que pequeños movimientos hacia adelante y hacia atrás no dejen fuera de foco lo que te interesa. Te mueves con profundidades de campo mínimas.

Pero con la película... o eres muy afortunado, o intentas asegurar la foto en uno o dos fotogramas... porque si no empieza a salir caro. Desde luego, la opción del trípode es la más razonable. Luego está la cuestión de la sensibilidad. Las modernas tecnologías digitales aseguran resultados nítidos con ISOs relativamente altos. Pero si estás obligado a disparar a IE 400, o tirar más alto con más grano perdiendo el precioso detalle de los pequeños objetos de la macrofotografía...

Por lo tanto, el planteamiento estético tiene que ser distinto. Jugar con los desenfoques, resaltar un detalle, jugar con las tonalidades y los contrastes. Si en esta prueba lo he conseguido o no... eso lo  tendréis que decir vosotros. No es fácil. Hay que trabajarlo y tirar muchos carretes antes de que los resultados empiecen a salir como uno quiere. Y los filtros. No me llevé filtro. Pero es evidente que hay que jugar con los filtros de colores para modificar los contrastes de las imágenes.

En fin, no me voy a enrollar mucho más. Ved las fotos y vosotros diréis si os gustan. En cualquier caso, las experiencias siempre son interesantes... y bueno, podemos echar un vistazo también a las buenas gentes que me acompañaron y que con interés se aplicaron a la tarea. También en blanco y negro argéntico.